Nuestra historia
Penilopee LaRosa nunca se propuso reinventar el mundo de la belleza, pero la vida tenía otros planes.
Tras una lesión que la dejó fuera de ejercicio durante el embarazo, Penilopee vio cómo su cuerpo cambiaba de maneras que no podía controlar. A los 40, luchaba contra la flacidez de la piel y una celulitis persistente que ninguna crema, tratamiento ni remedio podía curar. Mientras otras vestían con confianza pantalones cortos y faldas, ella se sentía atrapada tras pantalones capri, ocultando sus piernas y su frustración.
Entonces, un día, notó algo: al levantarse suavemente la piel de los muslos, la celulitis prácticamente desapareció. Fue un momento decisivo. Buscó cinta adhesiva para sujetar el levantamiento: una solución efectiva, pero que le dejó la piel en carne viva e irritada.
La mayoría de la gente se habría detenido ahí. Penilopee no.
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